Yo pensaba para mis adentros, “¡Esta hija de puta me violó!”, lo que derivó en el siguiente pensamiento, “Está buenísimo que te viole una loca de éstas”, no se qué tanto se quejaba la chiflada de mi ex que no le daba bola después de una buena sesión de “chucu-chucu” ultraviolento.
Después de un incomodo silencio me empezó a intrigar, ¿porqué no me daba bolilla? Le acaricié la espalda, nada, un besito, nada, la muy trola estaba hecha un témpano de hielo. Con una pica impresionante, me levanté y me vestí, hice el viejo y querido ademán de mandarme a mudar, como para que la otra diga “No, no te vayas”, pero nada, solo emitió un seco y asqueroso “pasáme el control antes de irte”.
El pucho me lo fumé en el balcón y la Heineken se calentó en la mesa ratona…
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