El cura hacía sonar la campanita, y todos los reunidos allí nos aprestábamos a arrodillarnos para la cena de Señor (si boludos, a veces voy a misa). Cuando de repente escucho un susurro celestial, que no provenía del púlpito, y un “scent of a woman” realmente glorioso.
- Me debes una disculpa bebé – me soplaron en el oído haciéndome temblar.
- Y vos me debes una sesión de un-dos ultraviolento Colo. ¿Qué mierda haces acá? – Dije con la vista clavada en el frente y sin disimular mi cara de ojete.
- Afuera llueve, a parte este es un lugar espectacular para ver nenes lindos. Y de paso me reconcilio de las cagadas que me mandé durante la semana- Sentenció.
- Sos una pervertida de cuarta – Se me ocurrió decirle.
- ¿Acaso vos no venís a lo mismo? – Inquirió airosa. Jaque mate Estropajo.
- Me voy a comulgar, te veo a la salida – Le susurré en el cuello.
- ¡Bárbaro! – Se la escuchaba entusiasmada.
Comulgué y me fui a la bosta por la nave lateral de la iglesia.
Deseando de todo corazón que esperase por lo menos dos horas en la puerta, me subí al auto y arranqué, consciente que el tercer round de ésta pelea por encamarme con Andrea iba a empezar ese mismo lunes, ni bien abriera mi Messenger.
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