miércoles, 29 de diciembre de 2010

15- Canción con todos


Eran las doce del mediodía, estábamos con Pablito en el depto prestos a devorar una costillita a la parrilla, provistos de cerveza, todo tipo de salsas grasosas y el pan de rigor.

- Che, traje la viola, podríamos zapar un ratito. ¿Eh?- Preguntó mi amigotote  casi con la inocencia de un nene de cuatro años.

- No, déjala ahí, no quiero tener bardo con el cara de bragueta manchada del administrador – Sentencié fríamente.

- Ok, no hay drama – Dijo

Y en ese mismísimo momento empezaron a reventar petardos y espanta-suegras (bendito nombre), por todo el consorcio, la música étnica se oía frenética al son de las voces que ululaban por todo el edificio.
¡Cagamos! El juicio final y yo sin ropa interior limpia, pensé pa mis adentros tratando en vano de auto dibujarme una sonrisa en el rostro.
Salimos al balcón y en la planta baja, a la altura del estacionamiento, una virgencita multicolor se meneaba en andas de un montón de personas que vaya a saber uno de donde mierda salieron. Todos cantaban, medio en pedo, medio en trance y se aprestaban a una fastuosa comilona. Y en la cabeza de la mesa estaba el, si señor, el reverendísimo hijo de puta de mi administrador.
Bajé como alma que lleva el diablo los escalones del edificio, totalmente dispuesto a encarar al monigote este, y reclamarle que era horario de silencio en un día de semana,  que se perdiera la fiestita technicolor (o étnicolor) en el orto y se mandara a mudar con toda la comparsa a la mismísima bosta:

-Disculpáme Frankie (Stein), pero tengo ganas de dormir la siesta. ¿Por qué no te llevas el carnaval de Oruro a otro lugar? Según recuerdo no se puede hacer ruido a ésta hora. –Dije con la vena a punto de estallar en mi pelada cabeza.

-Esto está permitido, es una fiesta religiosa, y en el estatuto del consorcio figura clariiiiiito que las fiestas religiosas se pueden festejar sin previo aviso, y durante todo el tiempo que la festividad requiera. – contestó.

Me di vuelta y me fui a la mierda, me cagó el desgraciado, nunca en la vida supe lo que era una reunión de consorcio, y menos lo que decían los fucking libros de actas.
Subí las escaleras recogiendo puteadas y caras de orto, todas dirigidas al mariconcito del Gato Negro.
Soportamos estoicamente (quince minutos) una selección de carnavalitos, sayas y demás danzas de lo más variadas, y nos fuimos a la real bosta decididos a no volver hasta que ese martirio Inca terminase.
Al día siguiente se gestó algo mágico, algo maravilloso y espontáneo, muy parecido al cacerolazo del 2001, con sentimiento casi patriótico. Todos los vecinos hacían bardo a su estilo, muchos habían sacado los parlantes a los balcones para hacer más bulla, con firme determinación y prestos cagarle la resaca al malparido del Gato Negro. Me demoré solo dos minutos en llamar a Pablo para que viniera a toda velocidad (cruzando toda la ciudad) con la guitarra y el ampli más grande que pudiese conseguir. A los veinte minutos Pablito estaba con su maquiavélica sonrisa en mi puerta, desenfundando la viola mientras arrastraba un Marshall 9200 con lo poco que quedaba de fuerza.
Absolutamente todos los vecinos argumentamos que se trataba de una festividad pagana con origen en  Europa del Este, y terminamos entonando a coro “Canción con Todos” a dos guitarras y  a volumen escandaloso en los balcones del edificio.
Nunca más el administrador volvió a festejar en nuestro consorcio y juraría que a los dos días ví entrar a dos albañiles, seguramente para reparar el revoque caído en su departamento, producto de la vibración del dúo de Les Pauls.
Punto para El Estropajo and Friends.

4 comentarios:

  1. QUE SE CAGUE POR URCUPIÑERO, ARRIBA LAS FIESTAS PAGANAS Y LAS ALABANZAS A SATANAS.

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  2. Pero con qué te estás drogando?! o te los cogiste a Dante y Virgilio juntos!? anda ingenioso el guachito-pro Himmler!!!!

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  3. Una vez más su acidéz literaria me deja helado Sr. Mathias. Muchas gracias!

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