viernes, 1 de marzo de 2013

77- Irina: Psicóloga, filósofa, futura ex…




Esto estaba pegado en la heladera la mañana que me di cuenta que Irina iba a pegarme tarde o temprano (más temprano que tarde) una patada en el orto:

“Como nenes a los que se les niega un capricho, golosina o juguete, los hombres chillan y lagrimean cuando sus locuras no son festejadas como si se tratara de descubrimientos asombrosos.
Es que vos necesitas ser rey, genio, perfecto y si no recibís hurras incondicionales te sentís defraudado. Pero ¿Cómo explicarte que eso no es condición sine qua non para nuestro amor?
¿Cómo hacer que comprendas que no te amo menos por el hecho de que me irrite que estés tocando la guitarra hasta las 3 am y dejes enfriar la comida porque te colgaste “leyendo un librito”, sino que, al contrario, mi tolerancia es la más clara muestra de que te adoro con devoción?
¿Cómo explicarte que mi cara de culo resignada no significa, de ninguna manera, que mi objetivo sea coartarte la inspiración o sabotearte tus proyectos personales y que te voy a apoyar aunque para mí sea un dolor de huevos?

El amor es no quejarse porque tardas 45 minutos en bañrate y gastas miles de litros de agua sin pensar en el medio ambiente, ¡no besarte apasionadamente porque sos limpio!
Lo que quiero decir es que no hace falta vitorear cada hábito, cada manía y cada hobbie para expresar afecto sino que, al contrario el amor está en la aceptación de las cosas que más nos molestan del otro, justamente porque nunca alcanzan a opacar todo lo bueno.

Así que sí mi vida, te espero con el pollo y las papas en la mesa mientras hablás por teléfono con Federiquito, porque me gusta que tengas vida social; amasá pasta casera a las once de la noche de un martes porque está bien romper la rutina; usame la laptop porque quiero que boludées cómodo en el sillón; olvidate el celular en modo silencioso porque está bien que lo personal no influya con el estudio… pero no esperes que esté loca de contento.
Igual te amo.”

Todavía tengo esa carta en algún lado.