martes, 23 de agosto de 2011

52- Mi infancia va al diván




Cuando era chico yo tenía (y creo que todo niño criado en los 80’) la secreta fantasía que Carozo y Narizota vinieran a mi casa a tomar la leche. Eso si me hubiese convertido en un nene popular entre mis compañeritos de primaria. Obviamente jamás vinieron.
Por eso verlos ahora, en la decrepitud de sus carreras, comentando los resultados de las carreras de caballos en Crónica TV me provoca un macabro regocijo.
Que se jodan, y de paso que se los morfen las polillas.

Me pasa lo mismo con mi frustrante imposibilidad de levantar castillitos de arena, o cualquier estructura que involucre barro (agua + tierra). Generalmente (o cuando estoy de humor) ayudo a los nenes a levantarlos (ante la mirada de ternura de las madres y/o tías: Punto a favor) y cuando finalmente la obra está concluida, me levando y, “sin querer” me doy vuelta y con el talón lo termino derribando.

Las películas de Disney me provocan ganas de matar a alguien, si yo secuestrase a Bella con el afán que el le pegue con ganas el síndrome de Estocolmo y se enamore de mi, lo más probable es que me haga acreedor a un par de tiros en la frente, gentilmente proporcionados por nuestro cuerpo de infantería de la policía, u ocho años de cárcel por secuestrador. Al trolo que escribió la escena de la muerte de la mamá de Bambi: Gracias por traumarme la infancia hijo de puta, ojala te haya agarrado la hinchada de los Miami Dolphins después de perder el Super Bowl.

“Estamos invitados a tomar el té, la tetera es de porcelana pero no se ve”. ¿Como mierda no se va a ver? ¿Qué estaba tomando o fumando doña María Elena cuando escribió esto?

“Aserrín aserrán, los maderos de San Juan, piden pan, no les da, piden queso les dan un hueso” Reverendísimos hijitos de puta ¿Cómo se les ocurre hacerles eso a los maderos de San Juan? Las letras de las canciones infantiles eran en su mayoría macabras, y me hacían tener pesadillas. Y ni hablar de la letra de “Pinocho” la del “Viejo hospital de los muñecos”, ese si es un temita que todavía me bloquea.

Otra tarada sin excusas es la salame de Manuelita: Si tan bien estaba en Pehuajó ¿Para qué bosta se fue? ¿Qué concha tenía que hacer en Paris? ¿Por qué mierda insiste en eso de “un poquito caminando…”? ¿Cómo podes cruzar el Atlántico caminando? ¿Por qué carajo no se toma un vuelo de Air France que hace Pehuajó-París sin escalas?

“El gallo Pinto se durmió y esta mañana no cantó” ¿Qué le ocurrió en realidad al señor Pinto? ¿Qué se esconde detrás del silencio de este siniestro personaje? ¿Por qué el sol se niega a salir? ¿Acaso hay ciertos grupos de poder que quieren que este gallo no cante? ¿Qué tiene que ver Clarín y el gobierno nacional en todo esto?

Si si, sé que tengo problemas, graves problemas asociados a mi niñez. 

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