Llegué al depto una noche de primavera, cinco minutos antes había dejado a Matías en su casa después de una tarde de música y libros, volví con unas ganas incontenibles de sentarme a escribir. El clima era agradable y el aroma de los jazmines maravilloso, típico de una nochecita de noviembre, momento ideal para una Corona (¿cuál si no?)
Prendo la computadora y me siento a escribir, pucho entre los labios, Frankie suena inundando el depto de recuerdos y empiezo a retorcerme de ganas de llamar a Pau, pero no, ni en pedo, no vuelvo a mariconear, por lo menos no hasta la cuarta botella.
Saqué a Lula de la pecera para que se pavonee por el depto como hacía siempre, la agarro de la fóvea y como que se quiso embolar, antes de ponerla en el piso pienso “esta hijita de puta me va a querer picar”, en patas como me gusta caminar cuando hace calor, había que ser muy cuidadoso para no pisarla, a menos que quisiera pasar un muy mal momento con ese par de colmillos negros.
Empiezo a escribir de manera febril, las palabras salen casi en el mismo momento que las pienso y el texto empieza a tener sentido, hasta cierta gracia, se me ocurre agarrar la viola y empezar a divagar. Me siento John terminando de componer “Imagine”, casi estaba olvidándome de lo mucho que extrañaba a Paula. Cuando de repente y en el medio del intento de estribillo siento un chirrido, como un grito muy agudo, seco, ronco…y la oscuridad.
“¿Qué mierda pasa?”, me pregunto, no se veía una bosta, voy trepando entre la mesa ratona y el sofá (recuerden los colmillitos de mi mascota), en el camino me clavo un tenedor de bronce de la mesita “¡Ay la mierda! Me cago en mi vieja que me regala estos adornos pedorros”, antes de llegar al sofá meto un pie en el cenicero, y me quemo el otro con el pucho, me sentía en un capítulo de Mr. Bean.
Alcanzo el disyuntor, obviamente estaba abajo, lo levanto, y en ese momento empiezo a sentir un olor como a plástico quemado: “Lulita ¡mi vida!”, pienso y me imagino lo peor. Mi bebita hermosa se ve junto al estabilizador de la computadora, toda arruchada con sus patitas todas recogidas y tirando un humo espantosamente hediondo.
Minutos más tarde llevé el “cadáver” de mi mascota al lugar donde seguramente ella hubiese querido descansar en paz… La ventana del cuarto mi administrador, a ver si abre la ventana la vieja chota de su mujer y se muere del susto.
Lula Laraña 2001-2002 (QEPD)
Lula, siempre con nosotros... "the spirit carries on" (Pablo)
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