martes, 3 de mayo de 2011

33- Los rompebodas.

El estado de inacción en el que me encontraba era jodido, lo de Paula me había afectado demasiado, y eso causaba preocupación a los nenes, a punto tal que Pablito, meses después, me confesó que pensaban que me iba a volver célibe.
Estábamos estudiando de muy mala gana, cuándo Fede tiró una idea que se propagó como un incendio en una fábrica de polietileno.

-Tengo el dato del casorio de una amiga de mi prima esta noche. ¿Vamos?

Colarse a un casamiento, yo creo que desde el más humilde de los estropajos hasta el presidente/a de la nación, alguna vez sintió la incontenible tentación de colarse en un casorio, chupar gratis, bailar hasta perder el sentido de la orientación y si se puede entre carnaval carioca y trencito al ritmo de los Decadentes, levantarse a alguien decente para una sesión de un-dos ultraviolento.

Y así fue que cerca de las dos de la mañana  estábamos todos arriba de mi auto, yendo a un casamiento en el cuál la única persona conocida era la prima de Fede (conocida por Fede, los demás, ni idea teníamos).

Entramos (increíblemente por la puerta principal de nuestra aristocrática sociedad rural), bebimos, comimos y bailamos. Bailé con la novia, quien pensó que yo era amigo del novio, me tomé un fernét con el novio quien pensó que yo era un primo lejano de la novia, abrazamos a los padres de la novia (típico acto morboso de Matías). Y yo terminé a las cuatro de la mañana definitiva e irremediablemente caliente con una flaca adornada con un vestido ajustado, de espalda descubierta y el tajo más largo del que la historia tenga registro.
 Estuvimos juntos el resto de la noche, bailamos el tutá-tutá, traté de controlar mi irrefrenable deseo de seguir bebiendo (todo en pos de un buen desenvolvimiento físico), por todos los medios intenté hacer de la noche algo entretenido y de a poco me fui olvidando de mi flamante ex-estropaja.          
Algo había en su mirada que me provocaba tranquilidad (y ganas de volteármela), era una de las sonrisas más hermosas de la fiesta, estaba conmigo y yo no tenía planes de que se me escapase semejante bomboncito.
Rondando las cinco de la mañana me ofrecí a llevarla a su casa, con todo el repertorio preparado para darle caza en el camino. Plenamente consciente de lo que se le venía encima, la señorita aceptó y desfilamos dando pasitos (ella de baile, yo de borracho) hacia la puerta. Me adelanté para abrirle la puerta del acompañante, y ya mis oídos empezaban a descansar del estruendo de la música que todavía retumbaba de fondo, cuando me dijo:

- La verdad que no me esperaba esto de vos – dijo con su carita medio desteñida de maquillaje.

- ¿Qué cosa amor? – pregunté intentando disfrazar mi borrachera.

- Que no te dieras cuanta en toda la noche que soy la hermana de Paula – y no pudo resistir la carajada.

-¿Ah? – La noticia me dejó petrificado, cómo se podía ser tan imbécil…
Y agarrándome de la corbata me puso bien pegado a su cara, y sentenció:

- Te pusiste lindo guacho, ahora que ya no somos familia.

Y se subió al auto. Mientras daba la vuelta me pregunté a mi mismo. “¿No me estaré volviendo demasiado promiscuo o demasiado hijo de puta para hacer estas cosas?”
Al momento de poner las llaves en el arranque encontré la respuesta en el beso de la hermana de mi ex novia… ¡No, todavía no!

2 comentarios:

  1. Si esto fuese Taringa te pondría un +10... (Pablín)

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  2. Me había olvidado de ese casorio...Añooooo 2002?
    Que buena época!

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