Jueves tres de la tarde, el Estropajo dormía plácidamente en su cama una siesta-cucharita, con la satisfacción del deber cumplido. Brazos cálidos me abrazan y hacían remolino en mi pelo desacomodándome el parche del ojo y largas piernas bronceadas me acarician la pata de palo.
Suena el teléfono, como era de suponer me levanto con una cara de ojete que no se desdibuja ni con la posibilidad de un tercer round contra mi compañera que me miraba con cara de gato desde la puerta (tercer round las bolas, estaba muerto).
- Hola - Suena el ladrido seco en el micrófono, mezclado con un bostezo ahogado en la garganta.
-¡Amorcito! ¡Estabas durmiendo! – Se escuchaba a Paula medio entrecortada, señal inequívoca que venía como alma que lleva el diablo por la avenida hablando por celular y mirándose en el espejo, nunca supe como hacía pero jamás chocó un auto – Iba a darte la sorpresa, pero no me aguante, prepara mates que voy a hacerte mimitos…
-¡Daaaale Pau, te espero! – Gracias San Pirata y todos los mártires de la trampa, por proveer a mi estropaja de una irrefrenable ansiedad que le impedía darme sorpresas.
-Flaca ehhhh, tomátelas viene mi novia –Le escupí en la cara a mi compañerita mientras le tiraba los jeans y la blusita que había desparramado en mi living.
-No me llamo ni ehh, ni flaca, soy Viviana, y no me habías dicho que tenías novia, ¡Hijo de puta! – Se la veía embolada de verdad.
- Y vos no me dijiste que no eras virgen. Vaaaamos Viviana, entre fantasmas no nos vamos a andar pisando las sábanas ¡Sos tan o más pirata que yo! –Le comenté adivinandole el juego.
-Ehhh, bueno que esto quede entre nosotros, ¿nos vemos en el laburo? Te voy a extrañar… – dijo con esa vocecita felina que todavía me costaba procesar.
- Si dale, lo que quieras ahora andate antes que venga la negra, por que te mata a vos y me castra a mi- y con esta frase la saqué a los empujones del depto.
Limpié a la velocidad de un rayo todo lo que me pudiese incriminar, dejé el depto. en condiciones, y con el bendito Poett intenté sacar el olor a gato de mi cubil. Saqué la ropa que tenía puesta al momento del crimen y ésta entró urgentemente en el lavarropas, y de ahí derechito a la ducha.
Diez minutos más tarde llegaba mi estropaja, armada hasta los dientes, medialunas, tostadas de gluten, grisines, palitos de queso y demás yerbas.
Siento que los tacos se acercan a la puerta del baño, la puerta se abre:
-¿Hay espacio para una más? – jugueteaba Pauli semidesnuda en la puerta del baño.
Así fue como me tuve que bancar un tercer round nomás, lo que cambiaba era el contrincante.
Yo pensaba que todo había quedado ahí, hasta que me di cuenta que a mi muy dotada novia se le había ocurrido pelear un round más, y yo me la banqué como un Duque, todo en aras de mi gloriosa promiscuidad.
Manual teórico-práctico de como esconder una situación de trampa... Maestroooooo.
ResponderEliminar"el bendito Poett intenté sacar el olor a gato de mi cubil." Jajajajajaja
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