martes, 19 de junio de 2012

70- Buena suerte y hasta luego II. Llegó Irina, pongan los fideos…



Debo confesar que la primera impresión que Irina se llevó de mi, no fue la mejor. Para aquellos que buscan tips de levante (cosa que acá no van a encontrar ni a palos), una de las pocas cosas que puedo decirles es “NO LE PIDAN IR AL BAÑO A CAGAR, EN SU CASA, NO EN LOS PRIMEROS TRES MINUTOS DE CHARLA”. Pero así fue, ella abrió la puerta, le di un beso, y a solo unos minutitos de charla trivial tuve que hacerle la pregunta: “Perdoname, me prestas tu baño?”
No hay que tener el coeficiente intelectual de Albert para darte cuenta que si tu interlocutor te pregunta esto, con tanta desesperación, a los pocos minutos de llegar a tu casa, no es por que quiere higienizarse las manos con alcohol en gel por miedo a la gripe A, es por que literalmente se esta cagando en las patas.

Una vez adentro del baño, y comodamente instalado en el inodoro, me puse a pensar… “Cómo mierda salgo de acá?”…
No importa cuán ingenioso seas, de esa no salís si no por la única puerta que existe, y dejando atrás un vaho delicado, semejante al que despide el cadáver de un elefante descomponiéndose al sol en plena sabana.
Lo que más me sorprendió fue la respuesta de Irina ante mi cara, esas que pongo cuando me mando una cagada (y qué cagada!):

-Jajajaja! Parece que nunca hubieses cagado en casa ajena- Dijo, y me dio un beso en la mejilla – Veni, vamos que ya tengo sed, y se me antoja un fernet...

Salimos dejando todo atrás, y yo solo deseaba dos cosas: la primera era que todo saliese bien con Irina, y la segunda era que ninguno de sus familiares se le ocurra  entrar al baño de invitados por un tiempo, mas o menos unos dos años…

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