Era tarde en la noche o temprano en la madrugada, depende del punto de vista. El sueñito conciliador estaba reparando las heridas provocadas unas noches atrás después de un entredicho con un par de botellas de fernet y un asado apoteósico.
Seguramente estaba soñando con alguna mina, por que si bien el sonido del teléfono casi me provoca un infarto masivo, la sonrisa dibujada en mi rostro no se despintó si no hasta que llegué al living.
- ¡Hola! ¿Quién mierda habla?- Vociferé al tubo haciendo gala de mi peor malhumor, mezclado con un cagaso de novela.
- hlla bgdiowe (idioma desconocido por el ser humano) ¿Manito?- balbuceaba alguien al otro lado de la línea dándome la pista inequívoca que estaba hasta las manos de la borrachera.
-¿Cacho? – Y me hice el pelotudo, plenamente consciente que se trataba de mi hermano del medio.
Cacho vendría a ser como un Estropajo Master, un tiro al aire y demás está decir que un tipazo genial.
- Hermano, vení a buscarme, no puedo manejar…- Se lo notaba preocupado, si salía a la calle en ese estado y con un auto preparado para correr, no iba a durar ni cien metros.
- Decime donde estas, te paso a buscar- .
Poniéndome la ropa le dí un beso a Paula, llamé un taxi, y salí a arrear a la oveja perdida.
En el lugar de los hechos, la fiesta estaba en su auge, minas por donde se busque y el alcohol casi como que rebalsaba por las ventanas, ubiqué a mi hermano tirado en un sofá abrazado a un barril de Isenbeck con piquito vertedor.
Tal era la curda de mi queridísimo Cacho, que ni siquiera atinó a mirarme, el celular todavía estaba en su mano, abierto y con mi número aún discado en el display.
-Así no te puedo ni alzar Cachito, esperemos un rato a que se te pase un poco- Le dije sin esperanza de escuchar una respuesta.
Me acomodé en el sillón, saludé a un par de personas amigas y empecé a mirar con cariño el barrilito que transpiraba de helado que estaba. Decidí que, mientras esperaba, una cervecita no iba a hacerme mal, CRASO ERROR.
Yo sabía que por algo le había enseñado a manejar a Paula. Lo único que recuerdo fue, que tres horas más tarde disqué el número de mi departamento, con la esperanza que mi hermosa estropajita no me mate a golpes por la curda que me alcé con mi queridísimo hermanito del medio.
jejeje terrible!!! muy buenooooooooooooo!!!
ResponderEliminarUhhhh, por Dios, Dos Estropajos sueltos en una fiesta. Lo conozco a Cachito, es un maestro.
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