- Negra, me
siento mal… ¡Creo que me voy a morir! – Le dije con el poco aliento que me
quedaba.
- No seas
pelotudo gordo ¡No digas eso ni en broma! ¿¡Ehhhhh!? (Suspiro para adentro)
Cuarenta de fiebre… ¡Negro! ¡Te vas cagar muriendo! – Comento Irina sentada al
borde de mi cama, mirando con asombro el termómetro.
- ¡No me
digas así! ¡Me haces asustar! Si esto sale mal quiero que sepas que te quiero
mucho…- Dije en un sollozo telenovelesco que solo los hombres enfermos de una miserable gripe somos capaces de hacer.
- ¡Hijo de
Puta! ¿Ni agonizando vas a decir “TE AMO”? – Comentó medio en broma, medio en
serio.
- No me
trates mal, por favor… ¿No ves que estoy muriéndome?
- Espera que llamo a tu tío…
- ¡No!
Dejálo, no le digas nada, mejor lo llamo a Fede – Dije convencido.
- Vos estás delirando de fiebre, Fede estudia
ingeniería pedazo de nabo… ¡Dame el teléfono!
- ¡No, no!
Yo sé lo que hago – pausa dramática, suspiro pa’ adentro - …Dame el teléfono
amor – fue casi una escena pintada para un drama venezolano, tanto que no le quedó otra que
dejarme el teléfono.
Estuve
aproximadamente diez minutos hablando con Fede, Irina fumaba en el living y
ponía cara de “no te entiendo un pedo flaco”.
-…
- Bueno
Fede, quedamos así ¡Te mando un abrazo!
Después de
colgar el teléfono me saqué la ropa y me metí en la ducha caliente, Irina
seguía sin poder entender que mierda pasaba.
Salí de la
ducha, me cambié, le dí un par de besos a Irina y le dije:
-¿Vamos?
- ¿Al
médico? – Preguntó ingenua.
- No che,
al pub donde toca Fede hoy – Informé sin que mi rostro denotara gesto alguno
No hay
mejor tratamiento para los síntomas de la gripe que una salida con los amigos,
adonde fuese, ni mejor especialista en distintos tipos de patologías (físicas o
psicológicas) que un amigo. Ni existe animal más mariconazo cuando se enferma
que el género macho del Homo Sapiens…