jueves, 31 de octubre de 2013

78- De motores… Introducción al mundo según Tiny: “la reina del lomito sin mayonesa”


Quizá sea la parte masculina que nunca desarrollé, o puede ser que sea mi costado femenino híper desarrollado, pero lo cierto es que, si bien me gustan los autos… De motores no se una bosta. Lo único que aprendí es a revisar el nivel de agua, aceite y a no quedarme sin encendedores ni púas en el auto, pero batería, bujías, pistones, etc… ¡ni mierda! Sinceramente es muy penoso no saber de que carajo hablan los nenes cuando se ponen a charlar sobre las cosas nuevas que les hacen a sus vehículos, y lo más preocupante: NO ME INTERESA APRENDER.
Pero lo más frustrante es salir en el auto con una mujer, y que se te rompa en medio de la joda, simplemente imagínense y traten de ponerse en mi lugar:
La noche promete, terminó la cena, a ella le está cayendo la ficha (después de adobarla con medio litro de malbec, le guste o no), nos subimos al auto, jason Mraz, risas, caricias y de repente en el semáforo en rojo de la avenida más transitada de Estropajolandia y justo cuando Jason ajusticia su canción con “Live high, live mighty. Live righteously takin' it...” el muy hijo de puta de mi auto se apaga… Y nada, le das arranque y nada, se apagan las luces, la baliza a mil, el semáforo se pone en verde, y los imbéciles de atrás empiezan con el concierto de bocina en Sib (manga de trolos), y ella te mira. Te mira como diciendo “listo, ésta es tu chance, demostra lo que sabes hacer, haz tu gracia”, como dando por sentado que todos los hombres en este bendito pueblo supiéramos que mierda le pasa a los autos cuando se les ocurre romperse. Como si tuviésemos el chip implantado, levantamos el capó del bicho, hacemos un par de pases mágicos, abra-cadáver, y listo, el auto empieza a andar de nuevo.
Los autos pasan de lado puteándome, algún que otro pelotudo le grita a tu estropaja de turno “mamita, veni subite al mío que anda joya”, yo sigo mirando el tablero como esperando un milagro, pienso pa’ mis adentros “oh! Y ahora… ¿Quién podrá ayudarme?” y después llego a la conclusión que el chapulín mucha pinta de mecánico no tiene.
Entonces saco el celular del bolsillo, y ella pregunta:

- ¿Qué haces? – Casi sin poder creer la cara de desahuciado que porto.

- ¡Y! ¡Llamo a la grúa!

Y listo, hasta ahí llegaron mis chances de revolcarme esa noche.
Llega la grúa, el mecánico se caga de risa, por que el desperfecto era muy sencillo de solucionar, la Estropaja te mira como diciendo “sos un imbécil”, y hasta ahí llegó todo.

Eso fue hasta que conocí a Tiny…