lunes, 28 de febrero de 2011

24- Pokerstars.hip!



Noche de jueves, noche de poker. Desde que aprendimos a tallar cartas, a embriagarnos y dormirnos encima de porotitos, en la época de vacas flacas, hasta que descubrimos la suavidad de un paño verde y el sonido metálico de las fichas multicolor, en la época de “abbondanza”, los nenes y yo nos reuníamos todos los jueves a jugar al poker. Democráticamente una vez en casa de cada uno, hasta que me fui a vivir solo, desde ese momento mi cueva se transformó en garito, cabaret de turno, open bar 24/7, y lugar obligado de asilo político cuando a las novias de mis amigos se les antojaba pegarle una reverenda patada en el orto a alguno de mis changuitos malcriados.
Mano va, vaso viene, pucho que se consume en el cenicero, charlando trivialidades, eso era lo que más nos gustaba en esa época, y los temas recurrentes eran los que ustedes ya imaginan, salidas, minas, alcohol, minas, problemas en la facultad, minas, fútbol… y algo de mujeres:

-¿Y, que tal anoche pendex?- escarbó Matías a Pablito mientras los dos contaban fichas y se aprestaban a masacrarse.

- Cubro tus veinte y subo cuarenta más. ¿Anocheee? Nada en especial, salimos con Jimena.- Dijo Pablín mientras tiraba casi con desprecio las fichas a la mesa

-No voy.- dije despreciando mis cartas y maldiciendo mi suerte de mierda – ¿Saliste con Jime? ¡Muy bien! Lo único que tengo para decir en contra de esa flaca es que tiene tan mal gusto que te busca a vos para salir.- y me levanté a cebarme un fernet ya que me había bajado de la jugada.

-¿Y?- preguntó Matías de nuevo para ver si le sacaba algo de jugo a la historia (o para desencajarlo un cacho, ya que había mucha guita en la mesa).

-Todo bien, salimos, caminamos, tomamos algo por ahí y la llevé a su casa.- y aumentó la apuesta con treinta más.

- O sea que no la llevaste al telo ¿Derecho a la cama de ella? ¡Picaroncillo!- Siguió Matías sabiendo que lo iba a sacar de casillas.

-No boludo, Jime y yo somos amigos tenemos muy buena onda.

-Yo me la volteo de onda- Dije y le di un sorbito al vaso ante la mirada de aprobación de todos los nenes.

Soy de los que piensan que la amistad entre dos personas de distinto sexo es algo, por lo menos, muy jodido de llevar. Y es llevadero hasta que a alguno de los dos se le salta la térmica, y termina la relación con una cordial invitación a dar un par de vueltas por el “polvódromo”.
Entre cartas que se cambian y apuestas que suben tratamos por todos los medios de hacer entender a Pablito que tarde o temprano iba a terminar la relación con  Jimenita, ya sea volteándosela o rebotando peor la Pradón después de caer del quinto piso.

-Ustedes no entienden nada de nada, Jime es amiga, A M I G A- Terminó por concluir. - ¿A ver qué tenés Matu?- Pregunto sobrador desnudando un par de ases haciendo esa sonrisita pedorra que siempre hace cuando se sabe en ventaja.
Con un brazo apoyado sobre el respaldo de su silla y tirando las cartas hacia delante al mejor estilo “Maverick”. Matías le escupió una escalera real a Pablito, que mudo y blanco como una hoja solo alcalnzó a decir:

-Mañana la llamo y la violo donde la encuentre…

sábado, 26 de febrero de 2011

23- Tequila Sunrise


Diezmados por una borrachera como para regimiento de marines, María y yo caminábamos haciendo zeta por las calles de mi hermosa ciudad sin poder dar con el auto.
Todo había comenzado unas cuatro horas antes en un pubcito muy popular, lleno de flacos con ganas de ponerla y de niñas con demasiado alcohol en los vasos y muchísimo más en el torrente sanguíneo, y si! También con ganas de ponerla.
Todo en ese santo lugar está diseñado para excitar los sentidos, que no se note un kilo de más ni un centímetro de menos.
Me dí de frente con María (la tetona de la comidita orgánica),  en el preciso momento que Pablito me dejaba por una voluptuosa morocha que le hacía sonrisitas desde la otra punta de la barra, mi fiel Sancho, todavía molesto por que casi lo dejo morir con quince kilogramos de caca en su estómago me abandonaba a mi suerte. Yo había terminado de tocar un par de temitas con una banda amiga, ojo, no soy lo que se dice un virtuoso, pero había subido a tocar con los pibitos sin ningún tipo de vergüenza y sin que la cara se me desprendiera de donde estaba.
Me dí vuelta un tanto violentamente para irme elegantemente a la bosta, haciéndome a la idea que esa noche terminaba en mi depto, mirando alguna película acompañado de una botella de cerveza, cuando tropecé literalmente con María, volcándose sobre mi camisa mi vaso de fernet…

- ¡Negrito! Por lo que veo algunas costumbres nunca cambian.- Haciendo referencia a mi falta de conducta cuando hay una botella de por medio.

- ¡Chiquitita! La más hermosa de todas.- la abracé y le dí un beso muy cerca de los labios, tirando de ésta manera la línea  y el anzuelo con lo poco que me quedaba de carnada.

Nos sentamos en un rinconcito a seguir bebiendo, ver pasar gente, y beber un poco más.
La charla era poco menos que interesante, la música que en un momento me acariciaba con Led Zeppelin y Pink Floyd, ahora me taladraba el tímpano con Rodrigo y su cuartetazo (por cierto, hace mucho que no saca nada nuevo este tipo), pero me habían dado unas irrefrenables ganas de volteármela, como en las viejas épocas (cuatro meses atrás), cada vez la veía más linda (y más en pedo).

Sé que encontramos el auto, y amanecimos en él. Me encantaría contarles algo más, pero sinceramente no me acuerdo.


viernes, 25 de febrero de 2011

22- Friends will be Friends

Pablito es el menor de tres hermanos, pero por esas épocas se comportaba como si fuese hijo único, ya que sus hermanos estudiaban afuera, nene malcriado (malcriado en serio), tenía la puta costumbre de hacer jodas pesadas y romperle los huevos o dejar al borde del infarto a cuanta persona fuese.
Debían haber sido como las tres de la madrugada, y a la lejanía se oía un ruido extraño, era mi teléfono celular, tanteando en la oscuridad, la pobre Pauli me alcanzaba el aparatito de mierda balbuceando groserías en italiano.

-Hola hermanito.-Era Pablito y la voz no era nada alentadora- Me siento muy mal, vení a casa, los viejos están de viaje, me duele la panza y no me puedo enderezar.

Este reverendísimo hijito de puta quería cagarme la noche con una de esas jodas que sólo él sabe hacer. Pero… ¿Si llegase a ser verdad? ¿Qué mierda hago?
Paula se encargó de resolver el dilema…

-Mmm....., negritoooooou (gatunamente) ya me despabilé del todo y si…- Y no la dejé terminar, todos los acertijos resueltos, ¡Gracias Pablín por querer meterme el dedo en la boca con tus joditas de adolescente!

Cerca del mediodía, y disfrutando unos mates con la Estropaja, suena el teléfono de nuevo:

- Negro, habla Matías, venite a la clínica urgente…

Había resultado ser verdad nomás, Pablito cayó con peritonitis a la clínica después de llamar con mucho dolor al 911, tirado desde el living de su casa sin poder levantarse, y después de darle la orden a los de la ambulancia de tirar la puerta abajo con lo que tuviesen (por algo los viejos me dieron la llave de casa).
Pablito no tardó más de tres semanas en volver a hablarme, no hace más jodas pesadas, y yo ahora a mis sobrinos, cuando me piden un cuento, no les relato más el de “Juanito y el lobo”, si no el de “Pablito y la peritonitis”